Pasar al contenido principal

4-oct.-2025, sábado de la 26.ª semana del T. O. 

«Alégrense siempre en el Señor; se lo repito, alégrense» (Filipenses 4, 4)

Un nuevo amanecer para darte gracias por poderlo contemplar. Brilla el sol y contemplamos el azul del cielo. Qué alegría, Señor, terminar nuestra semana celebrando un santo tan querido tan humilde tan sencillo y tan lleno de ti como lo fue san Francisco de Asís. Que podamos caminar en nuestra vida, como él, siendo uno contigo, uno con la naturaleza, uno con todo lo que es bueno y bondadoso. Haznos humildes y pacíficos, auténticos y sencillos, siguiendo el ejemplo de san Francisco, para que entendamos fácilmente la sencilla y maravillosa historia de tu perdón y tu amor. Al igual que a san Francisco, permítenos, Señor, que todos seamos hermanos en la fe, en el amor, en la esperanza y que podamos proclamar las maravillas que tú obras en nosotros. Que a cada paso que demos en el camino podamos admirar todas las maravillas que tú nos regalas y nos concedes; que al mirar a los ojos a nuestros hermanos lo hagamos con tu mirada y tu corazón. HAZNOS INSTRUMENTOS DE TU AMOR Y DE TU PAZ. 

Un muy feliz y santificado fin de semana y un sábado vivido en humildad y sencillez.

ORACIÓN DE SAN FRANCISCO 

Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.

Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.

Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.

Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.

Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.

Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.

Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.

Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.

Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Oh, Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,

ser comprendido, cuanto comprender,

ser amado, cuanto amar.

Porque es dándose como se recibe, 

es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, 

es perdonando, como se es perdonado, 

es muriendo como se resucita a la vida eterna.

Amén.

Oración ante el crucifijo de san Damián

¡Oh alto y glorioso Dios!

ilumina las tinieblas de mi corazón.

y dame fe recta,

esperanza cierta y caridad perfecta,

sentido y conocimiento, Señor,

para que cumpla tu santo y veraz mandamiento.

Amén.

ORACIÓN 

Señor, gracias, porque en tu nombre encuentro la verdadera alegría y la paz que el mundo no puede ofrecerme. Hoy recuerdo a tus discípulos regresando gozosos, porque hasta los espíritus inmundos se sometían en tu nombre, y entiendo que la verdadera victoria no está en mis méritos, sino en la gracia que me concedes como don gratuito de tu amor. Amén.

Reflexión escrita por P. Luis Alberto Tirado Becerril, misionero del Espíritu Santo

Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla.

De la misma manera en que los discípulos del Evangelio de hoy se alegraban de que hasta los demonios se les sometían al ser reprendidos en el nombre de Jesús. Pero hoy como ayer, el Señor nos dice que no nos alegremos de esas banalidades, sino que la alegría está en el ganar el cielo, y el cielo se gana al conocer y aceptar a Cristo y a su Iglesia y al decidir seguirlo en lo concreto de cada día.

Pero para esto se necesita sencillez de corazón. Identifica, hermano, hermana, cuánta soberbia albergas en tus criterios y en tu corazón y trabaja para liberarte de ella. Practica la sencillez en tus búsquedas, en tu trato con los demás, en tu manera de vestir y en las cosas de las que usas o disfrutas. Deja libre tu corazón para el Señor, pues solo en Él está la verdadera alegría. 

Pregunta:

¿Dónde suelo poner mi alegría: en mis logros humanos o en mi pertenencia a Dios?

Cita bíblica del día.

"Alégrense siempre en el Señor; se lo repito, alégrense" (Filipenses 4,4).

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.