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27-sep.-2024, viernes de la 25.ª semana del Tiempo Ordinario

«Tú eres el Mesías». Pero nuestra respuesta tiene que ir más allá...

Amanece y comienzan nuestras carreras y lo primero que hacemos es mirar el reloj. Pero no tenemos tiempo de echarnos la bendición o rezar un padre Nuestro y sobre todo darte gracias por este nuevo día; encomendarte nuestras actividades, nuestras familias, nuestros compañeros de actividades. Quizá comenzaremos nuestro día pensando que no nos alcanzará el tiempo para todo lo que tendremos que realizar. Pero hoy Tú nos dices por medio de tu palabra: «todo tiene su tiempo y su lugar todas las cosas». Ayúdanos para que primero pensemos en ti y le demos gracias al Padre celestial por el don de la vida; danos la capacidad para pensar que por más que aceleremos nuestras actividades, no podremos agregar ni un sólo segundo a nuestras vidas. Danos la fortaleza para realizar nuestras actividades con la paciencia del sembrador y hacer nuestras labores en tu santo nombre y con tu bendición. 
Hoy nos pides tiempo para pensar en la pregunta que nos diriges: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Tenemos tiempo para pensarlo y responderte como Pedro: «Tú eres el Mesías». Pero nuestra respuesta tiene que ir más allá: tú eres el humilde que nos enseña la humildad y la sencillez, con la forma de vivir y predicar; tú eres el servidor que no ha venido a ser servido sino a servir; tú eres el Pobre que nos ha enriquecido con tu amor; tú eres el obediente que nos enseña a obedecer y cumplir la voluntad del Padre celestial; tú eres el Maestro que nos enseña el camino del amor; tú eres el Reconciliador que nos enseña misericordia y amor; tú eres el Profeta que nos enseña a vivir en esperanza; tú eres el Redentor que se gastó y se entregó por nosotros. 
Hoy tenemos el gran ejemplo y testimonio en san Vicente de Paul, un sacerdote —que fue capellán de la reina Margarita de Valois y asistió a los galeotes— práctico, firme, entregado al servicio de los pobres en París, capaz de ver el rostro del Señor en cada persona doliente. Fundó cuatro institutos para la formación del clero y las Hijas de la Caridad con santa Luisa de Marillac y murió en París en 1660. 
Ayúdanos, Señor, a reconocer tu misterio de amor, a seguirte incondicionalmente, practicando la caridad en los pobres y necesitados. Amén. 
Que sea un viernes vivido en paciencia y amor, en reconocimiento y fraternidad. Recodemos que nuestro tiempo es tiempo de Dios. EL TIEMPO DE DIOS ES PERFECTO.

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.