
“El Señor quiere puentes no barreras”
Su reflexión la centró siguiendo al Evangelista San Lucas quien narra la parábola del fariseo y del publicano y de su relación con el Señor: del orgullo y prepotencia el fariseo a la humildad del publicano.
Ambos personajes están dentro de un contexto social muy particular en el momento histórico de la narración, pues el fariseo es el buen religiosos por excelencia ya que es el paradigma de quien cumple con la Ley, mientras que el publicano se afilia entre el grupo de los traidores a su patria y a su cultura al trabajar para el invasor.
El prelado recordó que a veces tenemos una imagen de santidad distorsionada, con actitudes intolerantes, difamadoras ante los otros que lo único que hacen es romper el gozo y la alabanza de ser creyentes en Cristo Jesús. A veces tenemos una imagen de santidad distorsionada.