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5-jul.-2025, domingo de la 14.ª semana del T. O.

«La alegría interior, la alegría indestructible que proviene de la conciencia de ser llamados por Dios a seguir a su Hijo. Es decir, la alegría de ser sus discípulos»

Alegre y santificado domingo nos regalas para vivirlo, para poder experimentar la grandeza de tu amor y poder sentir en nuestros corazones tu presencia. 

Gracias, Señor, porque nos enseñas en este día a ir por la vida llevando únicamente lo necesario, no un equipaje que nos impida el caminar, un equipaje que vaya a estorbarnos y haga pesada nuestra jornada. Permítenos tener la confianza necesaria para saber que lo más importante es llevarte a ti y llevar en la maleta de nuestro corazón tus sentimientos, tu amor, tu misericordia y tu bondad, nuestro servicio desinteresado, nuestra solidaridad y nuestra fraternidad. Recibe nuestra humilde oración para pedirte, Señor, que abras el corazón de los jóvenes, que escuchen tu llamado a seguirte y que podamos, entre todos, ser verdaderos mensajeros de paz de amor y de esperanza. Hoy recordamos con cariño cómo hace 33 años san Juan Pablo II vino como mensajero de paz, como peregrino de amor y nos dejó un testimonio de verdadera vida al servicio de tu palabra. Gracias, Señor, a Ti te alabamos y te glorificamos. “Que hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que trae la paz”. Amén. 

Feliz y santificado domingo y recordemos: “ligeros de equipaje”.

LAS PALABRAS DE LOS PAPAS

Esta petición de Jesús es siempre válida. Siempre debemos orar al “dueño de la mies”, que es Dios Padre, para que envíe obreros a trabajar en su campo, que es el mundo. Y cada uno de nosotros lo debe hacer con un corazón abierto, con una actitud misionera; nuestra oración no debe limitarse solo a nuestras peticiones, a nuestras necesidades: una oración es verdaderamente cristiana si también tiene una dimensión universal. (…) Si se vive en estos términos, la misión de la Iglesia se caracterizará por la alegría. ¿Y cómo termina este paso? «Regresaron los setenta y dos alegres» (v. 17). No se trata de una alegría efímera que viene del éxito de la misión; por el contrario, es un gozo arraigado en la promesa de que ―dice Jesús― «vuestros nombres están escritos en el cielo» (v. 20). Con esta expresión, él se refiere a la alegría interior, la alegría indestructible que proviene de la conciencia de ser llamados por Dios a seguir a su Hijo. Es decir, la alegría de ser sus discípulos. (Papa Francesco - Ángelus, domingo, 7 de julio de 2019)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.