Agradable y hermoso amanecer el que nos regalas hoy. No importa si amanece gris o esplendoroso, ya que lo haremos agradable en actitudes positivas y optimistas.
Hoy es buen día para agradecerte El ejemplo y testimonio de vida San Bernardo, llamado “Doctor Mellifluus” (boca de miel) por su elocuencia que atraía a los fieles. Desde joven se hizo monje seguido por sus hermanos y otros familiares. Con una pesada cruz y dos religiosos fundó el monasterio de Claraval. “Amemos y seremos amados, amar en Dios, es tener caridad”. Muy devoto de la virgen y es suya la frase: “Oh clemente, oh piadosa oh dulce virgen María”. Murió el 20 de agosto de 1153. El amor a nuestra Madre Santísima y la intercesión de san Bernardo —por su elocuencia de palabras esperanzadoras— nos ayuden por a procurar el bien de nuestros hermanos.
Permítenos en este día tener verdaderos sentimientos de servicio y que, si nos llamas a hacer tu voluntad a las primeras horas, a medio día o al caer de la tarde, sintamos la alegría de recibir nuestra recompensa; que, si a otros vas a dar más o menos, no sintamos envidia ni egoísmo, porque Tú das a cada cual lo que a bien ha merecido. Lo importante es que podamos trabajar en tu Viña de esperanza, de consuelo y de fe. Amén.
Un muy fructífero miércoles lleno de servicio y entrega, de disponibilidad y generosidad, sirviendo a nuestros hermanos en actitudes de bondad y fraternidad.
Oración Introductoria
Señor, no sé por qué esta parábola de los viñadores siempre me ha encantado. Nunca se me ha ocurrido pensar en la injusticia que se cometía al dar a los últimos lo mismo que a los primeros. Los últimos no han podido trabajar y tienen también derecho a comer. Señor, en vez de decir “esto es injusto”, me quedo con esto: ¡Qué Padre tan maravilloso! ¡Gracias, Señor!
Meditación del papa Francisco
Había mucha necesidad en la viña, y este señor pasó casi todo el tiempo yendo por caminos y plazas de la aldea a buscar obreros. Pensad en aquellos de la última hora: nadie los había llamado; quién sabe cómo se sentirían, porque al final de la jornada no habrían llevado nada a casa para dar de comer a sus hijos. Pues bien, los responsables de la pastoral pueden encontrar un hermoso ejemplo en esta parábola: salir en diversas horas del día para encontrar a cuantos están en busca del Señor; llegar a los más débiles y a los más necesitados para darles el apoyo de sentirse útiles en la viña del Señor, aunque sólo sea por una hora.
Otro aspecto: no escuchemos, por favor, el canto de las sirenas, que llaman a hacer de la pastoral una serie convulsiva de iniciativas, sin lograr captar lo esencial del compromiso de evangelización.
A veces parece que nos preocupa más multiplicar las actividades que estar atentos a las personas y a su encuentro con Dios. Una pastoral que no tiene esta atención, poco a poco se vuelve estéril. […] Una pastoral sin oración y contemplación jamás podrá llegar al corazón de las personas. (Discurso de S.S. Francisco, 19 de septiembre de 2014).