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14-jun.-2025, sábado de la 10.ª semana del T. O.

«Nos apremia tu amor» (Cf. 2Co 5, 14)

Amanece un nuevo día y debemos tener un corazón agradecido por el término de esta semana que nos has regalado, por todas las alegrías que hemos podido vivir durante estos días, por todas las satisfacciones en cada una de nuestras labores, por el bien que hemos podido hacer a nuestros hermanos; ante todo darte gracias porque has sido nuestra compañía y nuestro auxilio y sobre todo nuestro guía. 

Hoy nos dices en tu palabra: «Mis caminos no son vuestros caminos». Tu manera de pensar no coincide con la nuestra. Tenemos que reconocer que nuestra verdad en muchas ocasiones no va de acuerdo con tu verdad. Perdona las ocasiones en que pretendemos valorar únicamente nuestra verdad y caemos en debilidades que no nos dan plena felicidad. Ayúdanos con tu gracia y bondad a caminar tus senderos y a buscar reconciliarnos con el Padre celestial, sirviendo a nuestros hermanos y practicando la caridad. Nuestra Madre la Virgencita nos auxilie y proteja. «Nos apremia tu amor» (Cf. 2Co 5, 14). En tu amor vivimos y existimos

Danos la gracia de tu verdad, para que todo sea en nosotros sinceridad. Nuestra palabra sea «Sí» a tu voluntad. Un muy santo y descansado fin de semana. 

LAS PALABRAS DE LOS PAPAS

Ser libres —según el programa de Cristo y de su Reino— no quiere decir goce, sino fatiga: la fatiga de la libertad. A precio de esta fatiga el hombre "no derrocha", sino que "recoge" y "acumula" con Cristo.

A precio de esta fatiga el hombre obtiene también en sí mismo esa unidad que es propia del Reino de Dios. Y, al mismo precio, logran una unidad parecida los matrimonios, las familias, los ambientes, las sociedades. Es la unidad de la verdad con la libertad. Es la unidad de la libertad con la verdad. ¡Mis queridos amigos! Esta unidad es vuestra tarea particular, si no queréis ceder, si no queréis rendiros a la unidad de ese otro programa, el que trata de realizar en el mundo, en la humanidad, en nuestra generación, y en cada uno de nosotros, aquel a quien la Sagrada Escritura llama también "padre de la mentira" (Jn 8, 44).

Aprended a pensar, a hablar y a actuar según los principios de la sencillez y de la claridad evangélica: "Sí, sí; no, no". Aprended a llamar blanco a lo blanco, y negro a lo negro; mal al mal, y bien al bien. Aprended a llamar pecado al pecado, y no lo llaméis liberación y progreso, aun cuando toda la moda y la propaganda fuesen contrarias a ello. Mediante esta sencillez y claridad se construye la unidad del Reino de Dios, y esta unidad es, al mismo tiempo, una madura unidad interior de cada hombre, es el fundamento de la unidad de los esposos y de las familias, es la fuerza de las sociedades: de las sociedades que acaso sienten ya, y sienten cada vez mejor, cómo se trata de destruirlas y descomponerlas desde dentro, llamando mal al bien, y pecado a la manifestación del progreso y de la liberación. (Santa Misa para los estudiantes universitarios de Roma como preparación a la Pascua, 26 de marzo de 1981)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.